Amada Madre:
Es mi deseo dar testimonio de tu Ser por medio de estas líneas. Voy a contarte todo lo que recuerde de nuestra unión como si te enterases ahora. A ti ninguna falta te hace, pero hay ciertos períodos de la historia en que la fe necesita ser renovada, para que las personas dejen de mirar a los seres ascendidos como personajes de leyenda, o inalcanzables; y puedan notar que caminan con nosotros constantemente si es nuestro deseo.Para esto usaré como referencia la vida de una de tus hijas, Délia Tétrault. Una mujer canadiense nacida en 1865, y que dedico los añós que le tocaron vivir en plena devoción a ti. “Escuchando a Délia” será el hilo que usaré para tejer este manto de entendimiento y de luz.En Mayo del 2013 expongo en la sede de la ACAA en la ciudad de Matanzas, el proyecto “Madre Divina”. En ese momento estaba casi entrando en mi período de frustración acerca del sistema de promover a los artistas y, lograr que su obra se venda en mi país. Hice la expo solo por ti. Consciente de que ese trabajo sería agradecido por muy pocos. Gracias a Dios, me enviaste a Lourdes, para darme su opinión más que positiva sobre la importancia de traerte a través del arte a la vida laica de esta ciudad. Fue una conversación muy breve, que bastó para demostrarme que tanto esfuerzo había valido la pena.Dos años después ella vuelve a mí para aprender la técnica del parche, y me presenta a Délia. Una mujer que le inspira a crear incesantemente, y que llama poderosamente mi atención porque está conectada contigo. Es entonces que realmente me doy cuenta de toda la trama que había sido tejida por ti, para que yo entre otras cosas, escriba este libro.Gracias.