Mi linda:
La niña de que te contaba pasaba cierta vez por la Plaza de la Vigía, y miraba desde la calle la gran galería de arte y pensaba: -¡Qué bueno sería poder ser artista y exponer obras en ese lugar!
En esa época intentaba escribir, inspirándose en el vuelo de una mariposa que casualmente entró a su cuarto, y despertó en ella las ansias de volar, esas ganas de salir corriendo, no para sentir la tierra bajo sus pies, sino para estar físicamente donde ella quisiera y que el aire se encontrara con su cuerpo, y la despojara del aburrimiento que la envolvía, de la diferencia, de la dependencia
La diferencia es algo tan ambiguo, depende definitivamente de quien mira y desde qué parte de su ser observa.
He descubierto que todos somos diferentes y que ese contraste nos enriquece. Más hay algunas que te marcan mucho, se meten hondo en la piel y dejan perdurables cicatrices.
La diferencia también te protege, de situaciones desagradables o personas inoportunas, por ejemplo:
Nunca tuve que ir a la escuela al campo, lo cual me libró de madrugar, bañarme con agua fría en pleno invierno, tomar agua con gusarapos y arroz con gorgojos.
Tampoco tuve que becarme, ni asistir a las marchas bajo el sol del mediodía, o la lluvia del atardecer.
También de hacer grandes colas para acceder a servicios o mercancías.
No tener que andar grandes distancias, porque siempre hay un par de benditas manos y pies que me conducen.
De las que me privó, ni te cuento, porque la lista es demasiado larga y no quiero aburrirte. Quizá ese inventario sea solo para consolarme, o buscar una justificación para el recorrido inusual por el que he transitado.
Estas líneas pueden constituir también una excusa, pero te aseguro que es la mejor de ellas.
Chao