04 Mar
04Mar


Querida mía: 

Todo este mes he estado haciendo mucho reposo. Me di cuenta que hasta el momento quería curarme, pero no tenía la voluntad de hacer lo necesario para lograrlo. Estar acostada durante el mayor tiempo posible me ha dado la oportunidad de orar mucho y viajar hacia ese mundo del ensueño, en que las dimensiones se confunden en mi mente, de manera deliciosa.


Ella también estuvo mucho tiempo acostada, meses y meses dentro de un vestido de yeso blanco, que con el tiempo se iba convirtiendo en una especie de carapacho, al que ella se encargaba de despojar de su tripa, una vez despegado de su piel era mucho más cómodo. De tiempo en tiempo, esa historia se repetía, unas veces más largo el traje, otras, más corto, siempre continente de movimientos. Arma o escudo, aún no sé.Fotos no quedan de esas aventuras, pero si el recuerdo de sus compañeros de primaria yendo a visitarla, y ella fingiendo estar dormida, para que no la vieran en aquella posición, que la hacía aún más frágil ante la mirada ajena, que era la suya propia. Más frágil todavía que no asistir al recreo para estar alejada del retozo de los niños, que en su inocencia pueden romper un delicado frasco de cristal.Durante esos meses dio a luz, amamantó y crió a sus muñecas, leyó por vez primera La Edad de Oro, y estudió para salir bien en la escuela.


Toda mi vida ha estado relacionada con la curación, cada vez es una experiencia diferente que me da la seguridad de que es posible, y eso incrementa mi fe. Cuando nací le dijeron a mi madre que no tendría 3 días de vida, y ya voy por 37años. Que con salud sean para ti también




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