14 Mar
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Jueves, 27 de Octubre de 2011

La muerte te hace dura, te hace crecer. Es algo raro, que alguien de pronto deje de estar, de respirar, de hablar, de comer. Simplemente se desaparece, ya no está. Sin embargo, sigue siendo; en algún lugar, en alguna parte del tiempo que nos inventamos, que no vivimos ni morimos.

A veces me pregunto si soy realmente una buena persona. 

¿Cómo son las buenas personas?¿Será que debo llorar todos los días, encerrarme y deprimirme? ¿Rodearme de recuerdos materiales? Es que sin todo eso estás tan presente. 

Sé que estás ahí vivito y coleando, si es que acaso tienes cola. 

¿Te ríes? Sí, es chistoso. 

Me parece que estás parado detrás de mí, y que ves todo lo que escribo, también todo lo que hago. 

¡Qué fuerte tengo que ser para no dejarme llevar por la gente! Piensan y dicen tantas cosas. Imaginan y comentan más de lo que me dicen. ¿Sabes cuánto has dejado para hablar aquí?

 Sentí aquella mañana tu mano en mi cabeza. Más que sentirla la vi. Era tu aviso, o tu despedida.

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